Hoy hubiera deseado que el día no comenzara, o como mínimo que estuviera en coma. Mientras se incorporaba, una cara inexpresiva estaba siendo iluminada por la ventana situada al pié de su cama. Con desgana y mucha dificultad se arrastraba hacia el aseo. Mientras insultaba al chico joven y moreno del espejo, realizaba automáticamente toda su rutina matutina.
De hecho no tuvo su mejor semana y todo apuntaba a que hoy
no iba a ser una excepción. Una vez en la cocina, con el pijama arrugado y en una
situación no muy presentable, buscaba una taza donde servirse el café, el cual
tomaría intentando ignorar las náuseas que le producían los desayunos recién
levantado. Normalmente se hubiera tomado unos 45 minutos para adaptarse a la
mañana, pero no disponía de mucho tiempo. Eran ya las siete y diez, y a y media
debía coger el bus para no llegar tarde al instituto. Aunque no sería la
primera vez que lo hacía, por lo que un retraso de unos diez minutos no
supondría un problema para el profesor. Además, su conflictiva clase sería
suficiente para distraerlo y hacer más perdonable su tardanza.
Alzó su cabeza para calcular el tiempo restante, y encendió
la radio. La verdad es que no suele prestarle atención aunque le relajaba la
idea de estar informado en todo momento. Miraba su café humeante y con algún
esfuerzo dio unos sorbos. Sus padres estaban trabajando, y su hermano mayor ya se
disponía a ir a la universidad. Este le saludó tirándole de su cabellera negra.
Le hubiera pegado si tuviera las ganas de hacerlo, tal y como lo llevaba todo
no estaba de humor para bromas, pero estaba todavía algo cansado.
-¡Eh! Demian, como no te acabes ese café, hará falta más que
una justificación firmada por mí para convencer al director dejarte entrar de
nuevo.
-¡Déjame en paz!-espetó.
-Ya te has vuelto a levantar con el pié izquierdo ¿verdad?
Si es así, es mejor que me vaya. Te vuelves insoportable- acto seguido se
arregló su pelo engominado- ¡Por cierto! Mamá te ha dejado el dinero del
almuerzo en el salón y me ha dicho que te prepares la comida y la cena otra vez
al volver. Por lo visto ellos tienen que irse a Castellón, así que llegarán si
no es tarde, mañana- y con un leve gesto se despidió.
-Vaya novedad. Podrían vivir en la empresa. Por lo menos así
tendría la casa…- ya era tarde. La puerta se cerró- … más ordenada.
Él no era en absoluto así. Solía bromear con
él, o fingir estar despierto en la
cocina cada vez que pasaba por allí
mientras disimulaba su somnolencia con una sonrisa. Pero ahora no tenía ganas
de nada, y menos dormir. Estaba cansado pero sin sueño. Con la mirada perdida
recordaba cómo ella reaccionó aquel día, la mirada de los demás, y su frio
corazón encogido. Se golpeó la cabeza para distraerse con el ligero dolor y se
centró en terminar su bebida caliente. Nada más acabar cogió su chaqueta negra, vaqueros azules, y una camiseta ajustada
blanca antes de irse con su mochila.
En la parada del bus un señor le preguntó por la hora, pero
él fingió tener los cascos a volumen muy alto. Al mirarlo de reojo pudo leer en
sus labios una maldición. Pensó que a lo mejor se lo merecía, pero obviaba que
aquel hombre no supiera por qué.
Los coches pasaban a gran velocidad por la carretera. A
Demian le pareció sensato tirarse entre los vehículos. Sería mejor que verla a
ella, o a sus “amigos”. ¿Qué tenía que perder? Sus padres rara vez están en
casa, y si los ve siempre le estaban criticando su comportamiento, sus dibujos,
y por qué no decirlo, su forma de ser. Podría considerarse la oveja negra de la
familia. Solo poseía una buena relación con su hermano mayor. De hecho todo lo
que sabe es gracias a él. Y fuera de la familia, lo había perdido todo en una
sola noche.
El bus llegó.
-Demian, ¿cuál es la escusa de hoy? ¿Sabes que llevas
bastantes retrasos sin justificar? Otro más y se te considerará abandono a la asignatura- El profesor de
filosofía, Esteban.
-No vayas tan rápido, tengo sobresalientes en dos de tus exámenes,
y este tema va encaminado a la misma nota. Así que por unos retrasos dudo que
se me vaya suspender filosofía. Eso más bien deberías decírselo a los que no
hacen nada en todo este curso- Demian pudo notar cierto desprecio en las
miradas de sus compañeros de clase. A lo mejor ese comentario ha dado por
aludido a alguien, bueno, tampoco importaba, no tenía una estrecha relación con
ellos.
Se sentó en su habitual sitio, al lado de la ventana.
Recordó que antes él, les había ayudado muchas veces con sus problemas, pero
rara vez le trataban con un poco de respeto. No es que exigiera ser la persona
más importante del instituto, pero al menos que no se rieran de él por cada
error que cometiera.- “Despierta Dem, no les debes nada, y mucho menos la
consideración que nunca te dieron”-pensaba.
-Hoy seguiremos con el paso del Mito al Logos-
anunció Esteban-. ¿Alguien me podría definir lo que es un mito?
-Son relatos inventados para dar explicación al mundo que
rodeaba a los antiguos- Dijo Tía. Su corto pelo le llamaban la atención a Dem,
los colores le recodaban a Hayley Williams. Además su palidez contrastaba
bastante.
-Sería correcto. En ellos participaban seres con dones
extraordinarios, los Dioses. Se decía que con los mitos además de explicar los
procesos físicos, también eran los que otorgaban a los humanos una razón de
vivir, es decir, dar sentido a sus vidas.
Dar sentido a la vida de la gente. Eso ahora era lo no
encontraba. ¿Por qué pasar por todo lo que está pasando ahora? Mitos, suena
disparatado creer que los dioses existían, pero era un tema que desde pequeño trataba. Era
demasiada casualidad que tantas culturas tan dispares hayan creído firmemente
en alguien que les superaba, los que les han enseñado cómo organizarse.
Convivir, socializarse, afrontar la vida, y no temer a la muerte. La vida era
una prueba para llegar al otro lado. ¿Para llegar a dónde exactamente?
Cielo, Hades, Helheim, Duat… ¿Merece la pena morir para ir allí, o la merece
más vivir aquí? De todos modos no es algo que le importara, por ahora.
